Nox
et melodiam
“Is you is or is you ain´t my baby?” Le
dice Louis Jordan a su pretendida, y
todos la critican por la extravagancia del pretendiente, Ella Fitzgerald les responde a todos: “ain´t nobody´s business but my own”, pero cuando se acaba y
sobreviene la tristeza irrumpe en ella el “empty
bed blues” de Bessie Smith.
Satchmo, su
trompeta y el virtuosismo de la improvisación algunas veces entusiasman a la
noche, algunas otras la encaminan a la melancolía que emula una afanosa tormenta.
Pero la maestría del contrapunto con un vibrato
impetuoso la ofrece Johnny Dodds, expresión
que osa suavizar con un dulce clarinete.
Hombres y mujeres de matices epidérmicos opuestos pero
genio incalculable, florecen en nutrimento de swing de la noche con primicias musicales a la altura de Bix Beiderbecke y un piano creador y
etéreo como el de Ray Charles. A
propósito de colores, la noche sirve también como lienzo para asociar colores
con sentimientos “Hues of blues and
greens surround me… Green with envy for another” nos dice Miles Davis.
Charlie Parker con
tempos vertiginosos y un saxofón impecablemente sugerente, le cuchichea en el
oído a una fémina “Oh, Lady be good” y
Norah Jones le contesta en una
mezcolanza de ilusión e incredulidad “Come away with me and we'll kiss on a mountain
top/ Come away with me and I'll never stop loving you…”
Desfilan en juerga pianos
y saxofones, trompetas y panderetas, xilófonos y baterías, guitarras y
clarinetes, bajos y contrabajos, violoncelos y trombones, tubas y vibráfonos, órganos
y voces que delimitan la vida y sus fenómenos, los júbilos y los abatimientos
en el mutis que les sirve de sostén.
Y siempre es la noche la que le enviste elegancia al Swing, al Bebop, al Cool, al Free y al Fussion con sus casi inconmensurables vertientes. Todas esas soberbias
conjugaciones que solo son posibles en el argot vehemente y profundo de la
noche, ergo todas convergen en un solo nombre: JAZZ.
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