domingo, 31 de agosto de 2014

La pócima para catarsis.

Cuando lamo el borde de tus labios, con esas curvas hondas, siento que intento dibujarte pero te me vuelves abstracta en la punta de la lengua. Se desperdician entonces los suspiros, pero así debe ser, creo que en concepción deben ser exhalados.

Cuando  mi mirada se vira en el temblor de tu boca, ese que haces sin darte cuenta, hay una ruptura interna, una implosión que me vuelve dicotomía.

¿Qué se supone que deba hacer contigo? Me dedico a cazar momentos de combinaciones, donde me derogas, donde me diluyo en tu carnosidad.


Debo aceptar finalmente mi adicción.

Black Iris Jun - Georgia O´Keefe

viernes, 29 de agosto de 2014

Deidades Lúdicas.

Septá & Tráya













Por quien quedan gruesamente absueltos
en una temprana anomalía
de verdades incoercibles
aquellos que huyen a su propio ser
en la carátula pálida y apacible

diáfanas y poco afables
como se pintan los vituperios
de rosas con espinas de titanio,
los no pocos que evaden habilmente
la perogrullada, la gleba del vilipendio
y migran al sarcasmo de la mente.

En las madrigueras de las culpas
posicionadas al estrato,
sistemática y programadas azarísticas
confusas y convulsas
de quienes juegan a ser dioses
por ejecutar la tesis y la antitesis
en torno a la oscuridad irracional
y sembrando la duda y la síntesis.

por quienes irrita el caos
en la justicia divina de la entropía
incontrolable, tal vez etérea
en los azarísticos puentes de Van der Walls
que danzan hasta romperse
hasta evaporarse en lo aleatorio
en la inextricable conversión del mal.

La aprensión se dibuja en las líneas
de quienes pierden el control
en las ansiadas trincheras,
catalizada por estructuras anónimas
que juegan a la ignición de las reglas
para iniciar un tablero de nada
donde se las arreglen las deletéreas.



viernes, 15 de agosto de 2014

El resquemor del que mira en el anonimato.

   Te miro a ti, a través de la persiana.

   Tú, por supuesto, no te imaginas que estás siendo velada.  


   O sí, realmente no lo sé.

   A veces usas un peinecito azúl que tienes como micrófono, y modelas por la habitación cantando. Desde aquí puedo escucharte, suena a Gloria Estefan.

   Aciago, miro la distancia entre nuestras ventanas; maldigo esta pena lóbrega que me mata y me inyecta curare cuando por fin me he decidido a decirte: "hola".

   No sé si lo notas, pero me estás volviendo loco. No sé si puedo detenerme mientras repta en mi subconsciente esta animadversión por ti, pero vas siendo mi elíseo desde hace algún tiempo.

   Empero, en este caso yo te miro desde la perspectiva de un desterrado como Caín.