viernes, 15 de agosto de 2014

El resquemor del que mira en el anonimato.

   Te miro a ti, a través de la persiana.

   Tú, por supuesto, no te imaginas que estás siendo velada.  


   O sí, realmente no lo sé.

   A veces usas un peinecito azúl que tienes como micrófono, y modelas por la habitación cantando. Desde aquí puedo escucharte, suena a Gloria Estefan.

   Aciago, miro la distancia entre nuestras ventanas; maldigo esta pena lóbrega que me mata y me inyecta curare cuando por fin me he decidido a decirte: "hola".

   No sé si lo notas, pero me estás volviendo loco. No sé si puedo detenerme mientras repta en mi subconsciente esta animadversión por ti, pero vas siendo mi elíseo desde hace algún tiempo.

   Empero, en este caso yo te miro desde la perspectiva de un desterrado como Caín.

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