jueves, 20 de octubre de 2016

Brújula.


Para mí
sacudirse y descifrarse
son sin
ónimos
es como ponerse el traje
de <todoalamierda>
para la temporada de apat
ía
o mirar a los ni
ños
y a los perros correr sin sentido
parece que es plausible
el sinraz
ón del laburo
para subsistirse
para sortearse la felicidad
para cegarse la iron
ía
para camuflar la nada
mientras tanto
desde la laxitud del gris
amo al silencio
y a mi perro cuerdo
transcurrirse los colores
mientras veo ajenos
el vulgo/las personas/los amigos
perderse en la fragilidad
en el invisible hilo
de la falsedad
no hay cola que los delate
m
ás que un paroxismo
una bala, una mirada
perdida

ellos se ocupan
de mirarse
a través de sus gringolas
no m
ás
mientras yo aprendo
a sacudirme
  ergo descifrarme
ocupado en la rosa naútica
del destino
con mi rezo musitado
  <todoalamierda>
nublar el horizonte
ser otro salom
ó
n oscuro
para curtir mi silencio
 en la dejadez.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Don José


Vi edificarte una obsesión
por vocación deportiva
persiguiendo nombres
en la línea del tiempo
derribando azares
sin entender tus fines
exhibiendo la ofuscación
y sus vértices
cuestioné tu proceder
pero vamos;
todo el mundo lo hizo
sobre todo con esta itinerancia
de ver la paja en el ojo
del vecino,
digamos que tejiste
tus dramas
como el arquetipo universal;
pero fuiste fiel a tu idea
a la veta
al espejismo
hasta una conclusión realista
leal hasta el pesimismo
destripando el nervio
descarnándote
desplazándote;
no es común arrojarse
estoico al delirio
y después aceptar
la soledad con dignidad,
ojalá existieran más Don José
que izasen el amor
con su ejemplo,
desafiando las reglas
con irreverente humildad,
ya sabes,
como quien comprende
que no hay más elecciones
que romperlas.
Ojalá solo sorteáramos
la frivolidad
dejaría de ser la fachada
una moda;
dejaría de ser la ética y la estética
solo dilapidaciones kantianas
esos debates incoercibles
de los artistas,
dejaríamos de pintarnos
necesidades
y empezáramos a sondearnos
la propia identidad
conscientes que los siglos pasan
con las mismas preguntas
en el aire;
pero entiendo Don José,
que tú como muchos
no viniste a cambiar el mundo,
cuando mucho la cena
de eso se trata
la filosofía,
y la poesía.



* Inspirado en la novela de José Saramago "Todos los nombres" publicada en 1997.

viernes, 29 de julio de 2016

Idealismo (renuncia).



Yo no te veo. Mis pensamientos no pueden rozarte. No estás aquí. Hay un amasijo de pensamientos pajuos, unas cuantas cicatrices, esfinges de nuestra autoinmunidad. Ya sabes, nosotros mismos nos dañamos y construimos un drama de trescientas páginas y diez mil lágrimas.

   El muro de la madurez ya ha sido erigido. Algunos años han enfriado el amor que se profesa en la juventud, como un Werther trillado. Somos treintones, ahora el mundo tiene un sentido lógico, el insomnio es realmente un problema. Tanto te esfuerzas, tanto tienes. Invertimos en una moneda llamada tiempo, y  obtenemos resultados que gastamos compulsivamente. Es un estúpido círculo vicioso, un eterno retorno. El extraño fenómeno de la cotidianidad.


   Contigo aprendí que la tranquilidad se paga con renuncias. Detrás de la serenidad hay vicisitudes, cosidos anfractuosos. Yo no te veo, no necesito verte. Ni siquiera cuando suena mi canción de Aretha Franklin, ya no me dan arrancones, ni necesidades locas. No te veo, ni cuando me miro en el espejo, quizá tenga un estoicismo precoz, un desdén por la intriga. Es probable que haya aceptado ser otro esclavo del tiempo, diluido en el sinpensar del día; es probable que siga sonriéndole -pero esta vez de lejos-  a la idea del súper héroe. Sigo siendo el mismo, aunque no te vea, aunque ahora entienda a Proudhon y a Warren, y me diviertan los experimentos sociales de los libros de Saramago, para ser un crítico amante de la teoría, admirador de las doctrinas rotas.

domingo, 24 de julio de 2016

Obsesión por la duda.

No estoy bien. Me duele el cuerpo como nunca me había dolido. De hecho me duele todo. Decir que me duele es un mantra. Ha sido  rápido. He perdido peso, estoy demacrado, no puedo deprimirme cuando me miro en el espejo, siento que no hay tiempo para eso; en su lugar una vacilación me invade el ánimo. Por algún instinto, quizá literario, pensamos que los finales son esclarecedores, pero son en realidad un amasijo con más dudas, un desbarajuste intelectual. Pero me gusta, me sobrepasa mi amor por las dudas.


No puedo replegarme, así lo decidí. En pleno quebranto, me tamizo más en el gentío, soy un citadino anónimo. Mis ojos desencajados y mi silencio no importan. Decidí negarme al tratamiento, vanos fueron los soliloquios del doctor. Tengo cáncer, amo la agonía que me produce, es como una gran duda. Pienso en las palabras incisivas de la enfermera: a usted lo mató su ignorancia. Musito el memento mori: la ignorancia es mantenerme enamorado de la duda. La muerte es un hermoso silencio.

domingo, 17 de julio de 2016

No importan los años del vino, sino que guste.

Quizá el compromiso nos construye, vale la pena pensarlo, ahora que en retrospectiva vemos que logramos sacudir el polvo de nuestra alma. Ya sea con magia de besos o versos, como los que se escapan de la nada cuando no hay alternativas a la pasión, entre tu espalda y la pared; o con la prerrogativa de un frenesí pasajero, de esos que sabemos que producen amnesia y sueños vívidos.
           
   Conseguimos socavar las inseguridades del tiempo, los encandilamientos de la soledad, las miles penitencias del confort.

Nos adentramos en el más allá que es centrípeto, soltando el mando en la marea y allí planeamos, como cayendo sin intranquilizarnos por la caída: el amor es así, irreverente y omnipotente. Pero ahora ya no tenemos que esperar que nos lo cuenten, somos escribanos de una evidencia que es nuestra, y también lo hemos comprendido, hemos cimentado nuestro universo de secretos.

Ahora estamos echados en el mito y en la caverna, pero no le damos la espalda a la fogata de Platón. Podemos comprender de donde viene todo, de la complicidad inmanente, y el dulce sabor de boca que nos da contarnos. Es más que una algarabía de hormonas, o una parábola traducida al lenguaje corporal, digamos el compás de tu baile o lo sinuoso de nuestros labios arropándose. Tanto es así que hay un aire de necedad en las palabras.


Necesitamos de lo abstracto y de esta inmensa avidez de cantarnos el deseo y la felicidad por caminar de la mano entre tanta mierda. 

miércoles, 18 de mayo de 2016

La enésima crisis -existencial-.

A veces me lo repito, en estos tiempos, no encontrarse es mucho más que una tragedia, es una secuela; es decir, una tragedia que no termina.

Me sorprenden las motivaciones en el resto, es un pasmo que se parece a la perplejidad, una incógnita, para siempre irresoluta, que recuerda a la ficción.

La identidad es una lucha individual, sufre de la procrastinación y la mala resignación. Siempre me pregunto si la identidad en el resto de las personas es alienación, necedad o simplemente una revelación divina en forma precoz. He pasado gran parte de mi vida construyendo mis dimensiones y me temo que aún no las diviso.

En todo caso, esta crisis de identidad sacude como un torsades de pointes, con todo y brincos. Esperar es al mismo tiempo alternativa y cortocircuito, avanzar con averías.

Esta muerte no tiene, ni tuvo conciencia. Es sabotaje, apatía sin cabos sueltos. Lo que queda se conduce en piloto automático. 

¿Es esa la identidad del resto: un piloto automático?

lunes, 2 de mayo de 2016

Apreciada invasora.

Apreciada invasora

Puede que, como dices
sea adicto a esta sensación
de soledad

saberme solo
frente al espejo,
con la divina provisionalidad,
con el velo de mi ensimismamiento
me produce serenidad

es difícil rejuntar los pedazos
del espíritu que se desparramó
amuñuñado, cómodo
por cada arista de la casa

sí,
era volátil,
ahora soy estoico

a diferencia de ti,
mi perro menea la cola sabiamente,
no le molestan mis paroxismos
mi silencio no le descalabra

tu alegría me parece simulacro
tan monótona,
te lo he dicho antes:
la tragedia magnifica al hombre

no se trata de dramas,
pero me temo que la existencia
no es una línea recta

de repente sentarme en el piano
a decir locuras y melodías
es tan atractivo como
para ti,
lucirle a la gente tu aciaga placidez

viajo en una biblioteca ancha
y sufro la tempestades
las mil y una vicisitudes
el lado solemne de la fábula
y río,
y mi perro respira hondo
en una mezcla
de astenia y cariño

tienes razón,
no vivo una vida mía
pero tampoco es que me provoque
vivir la tuya, bajo tus líneas

también te he dicho,
a veces es la más banal lujuria
solo sexo y ya,
sin regalarnos licencias

apreciada invasora
este egoísmo, como le llamas
es un efecto
de la libertad que quizá no comprendes

no se trata de que lo hagas
ni que esperes por mí
tal vez nunca llegue
y me confunda con otro
en otra noche
después de todo
el tiempo no absuelve

quizá tú sepas llegar
a donde no sea tu meta
y yo siga aquí
donde mismo

piénsalo.

miércoles, 20 de abril de 2016

Portada.


En el siglo veinte y uno
se hablan holocaustos
conspiraciones y apocalipsis,
parece que ya no hay credo
ni entelequias
que nos salve la sinopsis.

viernes, 25 de marzo de 2016

La tarde de un viernes de poca esperanza (Ocio).

Marzo 25, 2016.
15:47.

Quisiera saber pintar para recrear la vista que me hace frente, en esta tarde del verano eterno de marzo. El calor se sabe manifestar de forma cruel, como en todo verano; pero no es tan despiadado como el resplandor del sol que se siente  como si estuviese a escasos metros de la tierra. Esta tarde el viento es pichirre, los árboles se mueven poco, el corredor de la sala donde estoy sentado, parece sellado al vacío. Estoy sentado en el suelo. Una cerveza tipo Pilsen helada me hace compañía junto a Charlie Parker y el resto de silencio.

Al frente está, yace plácida, el sueño le moldea la silueta, me domina el leve murmullo de su respiración rítmica, tranquila, apaciguada. No hay otro universo. Su cabello negro cae sobre el sofá, inmóvil. Su sueño regala una leve sonrisa sonrosada y carnosa, atrapada entre sus mejillas, la curva de sus labios en contraposición con la superficie del sofá parece una corchea. El fraseo del jazz se vuelve cada vez más abstracto mientras le miro, me recuerda al encantamiento del amor, no puedo evitar pensar en aquel personaje de Pío Baroja atrapado en París, enamorado profundamente de Susana. No había otra esperanza, no había otro universo.

La tarde avanza, sigo pensando en que debería pintarla, tal vez luego celar su retrato. ¡Como Dorian Gray! Pero con mucha más arrogancia. Suena Peace Piece de Bill Evans, la cerveza va bajando. No hay pincel que pueda recrear este momento, estoy seguro, es solo mi mente con toda su dedicación, no importa que la tarde sea árida y estemos con pocas perspectivas.

Tampoco importa mucho que sea fugaz el amor con todo y la vida que lo contiene. Una escala musical o un grupo de letras, una nota o estas letras tontas que no saben pintarla con metáforas, si quiera una fotografía panorámica de este verano y este momento en que creo baldía la existencia sin el chocolate de su piel.

           La cerveza se calienta, John Coltrane aguarda y ella sigue allí. 

domingo, 13 de marzo de 2016

Dosis.


Yo que no sé vivir a medias,
vuelvo a postergar
ese es el fin último,
la felicidad es de los moderados.

martes, 9 de febrero de 2016

Reconciliación con la esperanza.

Pintura: After the thrill is Gone por Jack Vettriano.

Mi esperanza en las mañanas
evade levemente el tedio
está a la vuelta de una coincidencia
rodea la cintura, puntea los rebordes
besa lo que descubre el azar

mi esperanza en las mañanas
se centra en el aroma de la libertad
se ciñe a los enlaces y la aquiescencia
se aprende la arquitectura de la piel

mi esperanza en las mañanas
es incluso la misma de las noches,
pero con un dulce sabor a complicidad,
es libre de desgano y apatías

mi esperanza en las mañanas
es una aleación entre quebranto y paz
una idea que se repite y se pierde a la vista
es un apoyo para el frío matutino

mi esperanza en las mañanas
hace arpegios y sortea la sábana
crea puentes que despejan inflexiones
dibuja en la memoria de los amaneceres
la luz tibia

mi esperanza en las mañanas
es tener por necesidad y premio
la vorágine de tus ojos recién abiertos
mirándome.