lunes, 2 de mayo de 2016

Apreciada invasora.

Apreciada invasora

Puede que, como dices
sea adicto a esta sensación
de soledad

saberme solo
frente al espejo,
con la divina provisionalidad,
con el velo de mi ensimismamiento
me produce serenidad

es difícil rejuntar los pedazos
del espíritu que se desparramó
amuñuñado, cómodo
por cada arista de la casa

sí,
era volátil,
ahora soy estoico

a diferencia de ti,
mi perro menea la cola sabiamente,
no le molestan mis paroxismos
mi silencio no le descalabra

tu alegría me parece simulacro
tan monótona,
te lo he dicho antes:
la tragedia magnifica al hombre

no se trata de dramas,
pero me temo que la existencia
no es una línea recta

de repente sentarme en el piano
a decir locuras y melodías
es tan atractivo como
para ti,
lucirle a la gente tu aciaga placidez

viajo en una biblioteca ancha
y sufro la tempestades
las mil y una vicisitudes
el lado solemne de la fábula
y río,
y mi perro respira hondo
en una mezcla
de astenia y cariño

tienes razón,
no vivo una vida mía
pero tampoco es que me provoque
vivir la tuya, bajo tus líneas

también te he dicho,
a veces es la más banal lujuria
solo sexo y ya,
sin regalarnos licencias

apreciada invasora
este egoísmo, como le llamas
es un efecto
de la libertad que quizá no comprendes

no se trata de que lo hagas
ni que esperes por mí
tal vez nunca llegue
y me confunda con otro
en otra noche
después de todo
el tiempo no absuelve

quizá tú sepas llegar
a donde no sea tu meta
y yo siga aquí
donde mismo

piénsalo.

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