jueves, 27 de noviembre de 2014

El pincel en tu mano.

Cronopios en la vida. Por Eva Holtz

"La pintura es una poesía muda y la poesía una pintura ciega, y una y otra van imitando la naturaleza en cuento les sea posible."
Leonardo Da Vinci.



La entereza hace que se deslicen 
de tu mano hacia el lienzo
los colores del universo entero
destilando movimientos y hélices
derramando los sentimientos
y por los rincones apergaminados
tus armonías y pensamientos.

Cuando nace una sonrisa de la curva
que con pincel haces territorializar
brota de otra dimensión convexa
alegría pasajera y lo que quiera emanar,
y en las longuitudes de ondas aleatorias
que atraviesan el prisma de la imagen,
mágicamente dan a la luz tus manos
que hacen divagar por tus artes amatorias.

Te resulta tan cotidiana la gama
y es tan fácil ser avizor de las texturas
que con pasión engendra tu genio,
que cuando el vacío predomina tímido
basta con ver tonalidades y espesuras
para aducirte en tu indisputable feudo.

Después de todo es un instante sublime
como decía Van Gogh
cuando tu creatividad de índigo
se acrecenta según como se avecine
lo absorto de lo azarístico y lo deliberado
y se reflejen en tus ojos concentrados
las líneas, el sfumato y los difuminados
los estallidos idearios de Munch
y la simplicidad armoniosa de Picasso.
 

miércoles, 12 de noviembre de 2014

El origen de la filofobia.





De las páginas enmohecidas de un viejo cuaderno olvidado que pertenecía a un escritor inédito, melancólico y hasta disoluto en el anonimato, leí una vez:


El amor es un ideal intransferible, inefable, etéreo que nace de la nada como cuando chocan por destino las corrientes de aire caliente con las de aire frío y se convierten en un peligroso tornado.

El amor es universal, unilateral, independiente, autosustentable como una pequeña creación que se va haciendo fuerte y por descuido se convierte repente en algo indestructible y capaz de perdurar en el tiempo, hasta ser capaz de vencer el carácter efímero humano. 

El amor sustituye al egoísmo por entrega, por sacrificio y en la mayoría de los casos por idiotez; como bien podría suponerse, nadie está preparado para manejar un alma compartida con otro individuo que hasta cierto momento de su propia biografía le era desconocido.


Desde entonces me da miedo amar…

martes, 4 de noviembre de 2014

Teoría de la Relatividad.


             A mis pacientes


En algunas historietas
desafía la resistencia
en otras,  
no muy lejanas, 
es como un papagayo 
de papel crepé
  
así de versátil
es esa peripecia
llamada vida.

jueves, 30 de octubre de 2014

La libertad es rebeldía y un riff.




La música sin recelos va tras ese trillado edicto: Es un lenguaje universal. Y en efecto lo es, sin las deliberadas –y complejas- disgregaciones idiomáticas e internacionales que el hombre con tanto empeño se ha encargado de trenzar; la música y los músicos se han tamizado por las barreras al parecer sin ningún esfuerzo, solo con el brío indetenible de la armonía.



Sin embargo hacer la interpretación de la música como lenguaje universal tiene algunas connotaciones tácitas que se adentran en el hecho celestial de hacer romántica una exégesis semántica. La música termina teniendo un poder inefable, que la hace libre: ¡La música como arte es libertad! o dicho de otra forma más específica alusiva al dogma de este ensayo: ¡El Rock es libertad!



La música es infinita e inmortal. El rock como género –con sus subgéneros- no escapa a esa propiedad.



Si se personificaran los géneros de la música como hijos de la gran matrona probablemente el rock sería el hijo problema: idealista, imaginativo, creativo, inquieto; pero rebelde, feroz e irreverente. Si fuera a la escuela, el niño rock sería diagnosticado con problemas de autismo –demasiada capacidad de ensimismamiento y soliloquio- o al menos tuviese un problema de déficit de atención. El rock sería un duelo constante en autogestión de su propia libertad, un adolescente eterno que invitaría a prender el mundo en fuego parafraseando a Symphony X.



La libertad como alarido va más allá de simples intenciones libertarias, el rock no pretende, el rock es. Libre de encapsulaciones, libre de contornos mentales, libre de egos creadores, libre de la pátina de la monotonía y la repetición. La libertad es un afán universal –a veces hasta utopía-  que el rock –y buena parte de la música- consigue sin despeinarse. Dice Fito Páez como un mantra desafiante: “el Rock & Roll tiene la sagacidad y la energía de sobrevivir.”



El rock es altruismo. Es el cemento mágico de un universo erigido en contra de las discriminaciones, de los cánones históricos, de los muros de Berlín; es energía rebelde que distorsiona y trasciende. Ya sea trasgrediendo unas pocas y exclusivas ondas hertzianas, prorrumpiendo en los audífonos de quienes deciden compartir la música con el silencio o en los equipos de sonido destinados a bajar decibeles porque siempre hay alguien que se siente aturdido por “esa música tan ruidosa y satánica”; el rock se las arregla para marcar con baterías redoblantes y riff agresivos un estilo de vida que sugiere hermandad y se regocija en la etérea idea de un mundo utópico donde la música es la panacea y la nirvana.




“Sueño lo mismo cada noche

Veo nuestra libertad en mis ojos

No hay puertas cerradas, no hay ventanas enrejadas

Nada para hacer que mi cerebro parezca cicatrizado



Duerme mi amigo y verás

Ese sueño es mi realidad

Me mantienen encerrado en esta jaula

¿No pueden ver que por eso mi cerebro dice rabia?”

Metallica – Welcome Home (Sanitarium)




En la idiosincrasia melódica nacen y renacen doctrinas y cosmogonías: humo en el agua, fuego en el cielo, se ven caer seres alados en ciudades furiosas, un teclado vertiginoso en clave de fa acaricia al fantasma de la opera, voces guturales obsesionadas con amores vahídos, se le hacen sinfonías a la destrucción, un falsete magistral invita a una jungla del consumismo, el número de la bestia es retórico, otros en medio de la desidia aman las estrellas que ven en las pupilas, los bajos retan a los pentagramas haciendo escalas; millones de episodios en un lenguaje universal que no necesita ser transcrito.



            ¡Larga vida al rock y que sea entonces nuestro Hotel California!



miércoles, 29 de octubre de 2014

El anhelo, sin edición.


El cielo de Barquisimeto.


Cavilar con la tarde invasora con su luz que va menguando,

bienvenida seas. Siento que contigo hay universos.



Quisiera invitarte a ver el cielo

tiene algo de qué pequeño soy y qué grande es todo

y algo de pequeño soy mejor que grande. Anónimo soy mejor que reconocido.

también algo de quiero estar contigo y no sé qué excusa inventarme.