viernes, 24 de julio de 2015

Fantasma


Él, andante de las mismas autopistas de la memoria, se consiguió con la fantasma de todas las veces. Era una obcecación y a la vez un resaltador a sus propias lagunas. Esa tarde era vívida, más que otras veces, era un eslabón congelado como el pasado que le latía entre las sienes. La vio de frente, estaba sentada bajo una sombra que parecía irreal en el verano brioso. Se fue lentamente acercando.

_ No imaginaba que te encontraría por aquí.-
_ Vine por ti.- Sonaba en el ambiente un riff que le recordaba a "Always with you, always with me" de Satriani.
_ Tan predecible que soy...-
_ No había querido avisarte, pensé en la sorpresa. Siempre es más interesante.- Le dijo la fantasma con su diálogo sereno.
_ La sorpresa es una inquebrantable excitación, nadie mejor que tú me conoce.-

Él la miraba y remiraba, recordándose la retahila de su propio laberinto. La perfección es solo la percepción de exagerada belleza o de exagerada locura. Ahora dudaba de su cordura. Alguien le había dicho que lo sublime era solo una sensación, algo itinerante y nada más.

_ Entonces vine para aceptar tu propuesta. Seamos lo que no podemos ser, pero transitoriamente.- dijo ella con mirada honda.

Se quedó privado un rato como quien recibe un duro golpe en el plexo solar. Después de todo no fue tan complaciente escuchar lo que antes había sido su ansia.

_ Pues, perseguido por este anhelo, por cada detalle de ti; me doy cuenta que tú has podido hacer cosas que yo no. No voy a dañarte lo que has construido usando ese demonio vigoroso que llaman tentación. Mi propuesta fue una proyección literaria, la práctica es otra cosa.- Respondió con la garganta seca.
_ Tienes razón.- Se puso de pie, le dio la espalda y comenzó a caminar hasta perderse lentamente en el panorama.

Sintió un dolor agudo, como si el cielo chocara con la tierra y él quedara a mitad de camino entre ambos. Una eternidad la vio caminar con su indiferencia en los hombros, con su contorneo despreocupado, con el cabello balanceándole las ganas y las ideas. Él se encogió de hombros y se dijo entre dientes, como a regañadientes:

_ ¡Bah! Duele porque si y duele porque no también.-