Facundo Cabral.
Orquídea, Flor Nacional de Venezuela. |
Andrés Eloy Blanco, el prolífico poeta(tristemente olvidado) de mi país (Venezuela) y genio de las letras en efecto nunca gobernó pero con su antología poética supo dibujar elegantemente el alma nacional con sus relieves altos y bajos, habría gloria para un político que pueda hacerlo tan soberbia y estéticamente.
Aquí comparto un poema de mi amigo Andrés Eloy Blanco llamado Juan Bimba y que precisamente nos representa en sus divinas conjugaciones:
1930:
Juan Bimba
es el hombre del pueblo de Venezuela.
Se llama Pedro Ruiz,
Juan Alvarez,
Natividad Rojas,
pero se llama Juan Bimba.
Es buena persona;
puede matar pero no roba nunca.
Su malicia no es mala,
nace del mal que le han hecho
y por eso Juan Bimba lo dice todo a medias
les echa media mirada a las cosas,
se masca su tabaco y su verdad y traga.
Su bellaquería
le asoma a esa mirada que es todo él,
esa mirada candorosa,
con su punto de burla,
y su punto de susto,
y su punto de bobería
y su punto de desolación
y su punto de amenaza.
Su alegría está reglamentada
como el tráfico
y cuando se ríe de un todo
es con permiso del gobierno.
Tenía veinte caballos;
la Revolución le llevó diez;
para perseguirla,
el Gobierno se llevó los otros diez;
y cuando no tuvo nada
se lo llevaron a él.
Pelea por un hombre a quien no ha visto nunca;
tiene fiebre,
hambre,
cansancio,
y no sabe llorar.
Cuando llega a Comisario
se quita el nombre de Juan Bimba
y va tomando grados
hasta la honradez de General.
Va por las calles y los campos
en una tierra enferma de heroísmo,
viendo estatuas,
saludando con su media sonrisa
a los generales de bronce
a los coroneles de mármol.
Tiene una vaga idea
de Independencia y Federación;
ama a Páez, sin saber por qué
-acaso subconciencia de afinidad-;
ama a Bolívar
con vago temor de no reconocerlo;
ama al extranjero;
no es fanático, -tanto le llega
de Dios como de la Federación-;
tiene madera para pueblo grande,
sufre, en color de pueblo el cloasma del jefe.
Y en su honrada mano
la bandería es un vitíligo.
Sin embargo, no odia más que al Jefe Civil.
Le hemos dicho que él es dueño de esta tierra
y dice que no le hablen de política.
Se va acercando al libro y le acaricia el lomo,
como si temiera espantar un caballo.
Un día lo embridará; ese día
lo saludarán las estatuas.
2000: Juan Bimba y su primo Juan Shonfeld
van al campo.
Ríen alto; en el fondo de su risa
van a buscar los hombres la llave de las tierras.
Vienen del gran rodeo; bajo sus largas sogas
ha caído el rebaño de caballos de bronce.
Nada más que decir.
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