Un día cruzaste el umbral de tus límites, poniendo a exposición lo que solías guardar con suspicacia.
Algún estigma seguramente hubo, no obstante esta vez decidiste dejarte arrastrar revelando el vientre de la bestia.
Y de repente una tarde...
Lo que vino luego fue predecible, pero no por ello evitable. La paciencia es un don y una condena.
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