martes, 16 de septiembre de 2014

La visión inmanente: te ví que llorabas por él.

    Un día cruzaste el umbral de tus límitesponiendo a exposición lo que solías guardar con suspicacia.

   Algún estigma seguramente hubo, no obstante esta vez decidiste dejarte arrastrar revelando el vientre de la bestia.

   Y de repente una tarde...


Lo que vino luego fue predecible, pero no por ello evitable. La paciencia es un don y una condena.

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